12 de enero de 2013

"...Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo.Eres como la noche, callada y constelada..." Dejáme que te susurre a tu oido, algo lindo y suave que tu mente nunca olvide, dejáme que te lo grite. Frida, tenía clavadas estas palabras en la memoria, palabras que podrían irse en el viento o guardarse en un baúl, algunas palabras que moría de ganas de decircelas a ella. Aquella mujer que recorre sus pensamientos y sus sueños, esa mujer que le gusta inmiscuirse en el ricon mas profundo de su mente y de su alma. Frida la mayor parte del tiempo intentaba recordar cada sonido de su risa, o la manera en que su pecho se llena de aire en un suspiro, pretendia no olvidar nunca el sol tocando su rostro,cerraba los ojos por algunos segundos y veia pasar su vida a lado de aquella mujer. Si esa mujer de cuerpo y pensamiento tan perfecto. Frida agradece a la vida por mostrarle el momento y lugar preciso para conocer al amor de su vida. No le tenía miedo al futuro, le temía a pasar su futuro sin ella. Una y otra vez se repite asi misma estas palabras "La amo", esperando dichas palabras retumbaran tan fuerte el corazón de aquella mujer que nunca lo dudará, podría gritarlo y ella lo escuchaba como ese susurro dulce a su oido. Dejáme que te hable sólo para decirte que te amo mas que a mi piel.

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